miércoles, 4 de febrero de 2015




Estoy sentada en la sala de espera de la veterinaria, mientras la castran a Toti, mi gatita.

Me llevó mucho tiempo tomar la decisión de operarla. 

Me parecía una locura sacarle un órgano. Hasta que me di cuenta de que por no sacarle un órgano, la estaba privando de su tranquilidad emocional y mental.
Y eso, es aún más loco. Y cruel.

Con lo cual, aún con miedo, tomé la decisión.

Habiendo tomado la decisión, el miedo aún no merma.
Y ahora, mientras la operan, estoy angustiada.

Pienso:
¿Y si le pasa algo durante la operación? ¿Y si no queda bien?
¿Y si pierdo a mi bichita compañera?

Tomar la decisión de castrarla, me expuso al miedo que me produce la posibilidad de perderla.
Y si la perdiese, al dolor que eso conllevaría.

Es porque duele el proceso para poder serlo, que ser feliz es una decisión.
Una decisión que implica usar nuestra fuerza de voluntad.

Decidir ser feliz implica comprometerse a transitar, y a superar, el miedo y el dolor.
Implica transitar el miedo que nos produce perder, o mejor dicho soltar, lo conocido, sin saber demasiado bien qué es lo que estamos ganando.
Implica sentir dolor hasta que le enseñamos a nuestra consciencia a dejar de resistirse al cambio.

Mientras hacemos lo que nos produce la falsa ilusión de tener todo bajo control, no sentimos miedo. Cuando, en cambio, empezamos a fundamentar nuestras decisiones en sentir felicidad, nos volvemos vulnerables a todo el infinito abanico de las emociones humanas.

A través de las consultas de Tarot & Astrología, voy tomando cada vez más consciencia de que los seres human@s confundimos felicidad con control.
No sabemos que el desarrollo del deseo, incluye la superación de las emociones difíciles, y por lo tanto, elegimos aquello que imaginamos nos evita sentir dolor, estar tristes, angustiados, etc.
Creemos que si nos sentimos “mal”, es porque nos estamos equivocando.

Hasta hace un tiempito, creía que evitarle el dolor de la operación a Toti era cuidarla. Sin embargo, su sufrimiento en cada uno de los celos, me hizo replantearme mi criterio, hasta entender que este proceso es necesario para que ella pueda ser más feliz.

Ahora Toti se está recuperando.
Está dolorida, y un poco desorientada.

La estoy mimando y acompañando, ayudándola a fortalecerse.