martes, 7 de octubre de 2014







Todo lo que sentís, existe.

Pero, que exista, no significa que se fundamente en una percepción realista de lo que te sucede.


Muchas veces, lo que sentimos, se fundamenta en el miedo a aceptar lo que realmente está pasando.

Escucho a quienes vienen a hacer consultas de Tarot & Astrología decirme, "te juro que lo siento así".

Dicen por ejemplo: "Sentí que es el amor de mi vida", "Siento que me van a llamar de tal empresa para trabajar", "Siento que si se termina la relación, me muero", “Siento que si tomo esta decisión, nadie me va a querer”.

Juran que sienten lo que sienten en el intento de validar sus sentimientos. Estamos acostumbrados a responder a la realidad sin tomar en consideración nuestro universo emocional. Creemos que lo que sentimos no es fundamento suficiente para decidir, y juramos a quien nos escucha lo que sentimos, para reafirmarnos a nosotros mismos que tenemos derecho a transformar a nuestros sentimientos en la brújula por la cual direccionamos nuestra vida.

El sentimiento no necesita ser jurado: existe. 
Y ser consecuentes con lo que sentimos nos abre a la oportunidad de elegir para sentirnos libres.


Los sentimientos son importantes.
Y también, lo es el discernimiento, la capacidad de reconocer a través del pensamiento y de la reflexión, en qué se fundamenta lo que sentimos. 

Porque si yo siento que alguien es el amor de mi vida, pero estoy en una relación violenta, necesito preguntarme qué es el amor para mí.
Porque si siento que me van a llamar de tal empresa pero pasan los años y no me llaman, necesito cuestionarme en qué fundamento esa certeza.
Porque si siento que no tengo la libertad de terminar con una relación, tengo que revisar porque siento que sin alguien me voy a morir.
Porque si siento que al tomar una decisión nadie me va a querer, necesito preguntarme cómo construyo mi autoestima.

Te invito a empezar a entender al sentimiento y al pensamiento como un dúo inseparable que dialoga permanentemente, para que puedas construir una realidad feliz. 

Y feliz, también significa sentir dolor. 
La felicidad no excluye el dolor, sino que lo acepta y suelta, para abrirse constantemente a oportunidades donde seguir desarrollando todo nuestro potencial. La felicidad incluye el conflicto y la tristeza, porque la entiende como parte de los procesos a través de los cuales construimos nuestra plenitud y nuestra estabilidad. 

Si siento que alguien es el amor de mi vida aún si me maltrata, no estoy construyendo mi felicidad, sino que estoy evitando sentir el dolor que produce dar por terminada una relación. 
Cuando construimos nuestra realidad en función de evitar el dolor, nuestros sentimientos pasan a fundamentarse en fantasías, y desperdiciamos todo el potencial que tenemos disponible para transitar duelos y estabilizar nuestra felicidad.

Lo que sentís existe y es importante.
Sentí toda la verdad que habita en tu corazón, la sencilla y la que implica procesos, a veces difíciles, para seguir creciendo. 

Construí una realidad para sentirte pleno, estable y feliz.

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